En la primera parte de estos dos artículos dedicados a islas griegas os hablé de Miconos (o Mykonos), y ahora le toca el turno a otra perla del mar Egeo: la isla de Santorini.
¿Cómo se formó la isla de Santorini?
Santorini es una isla creada a partir de una explosión volcánica. Frente a Fira -nombre de la capital- o el pueblecito de Oria, se aprecia se famosa “Caldera”, que no es más que la boca o cráter de un volcán oculto en el fondo del mar.
Historia del por qué del nombre de Santorini.
La isla de Santorini -que es a su vez, un conjunto circular de islas volcánicas- es conocida por diferentes nombres. Tera, Théra, Trira; Kallisté, que fue uno de sus primeros nombres, cuya traducción del griego sería “muy bonita” o “la más hermosa” y Strongylē (que significa redonda).
Su actual nombre, Santorini, tiene origen italiano. Se la bautizó así porque los mercaderes medievales venecianos la llamaban Santa Irene (por la patrona Santa Irene de Tesalónica). El nombre de Santa Irene se transformó en el de Santo Rini, y de este al actual (Santorini).
Siendo ya territorio griego (1840) la isla volvería a denominarse, oficialmente, con el nombre de Théra, sin embargo todo el mundo la sigue llamando Santorini.
Cómo llegamos nosotros a Santorini desde España.
Por mar, simple y llanamente.
Mi familia y yo somos aficionados a los cruceros y, al menos una vez al año, nos embarcamos en una nueva aventura marítima.
Hay varios cruceros que, en su ruta, incluyen la parada a esta bellísima isla.
(Este dato lo pongo como recordatorio: como español puedes viajar a Grecia con el Documento Nacional de Identidad (D.N.I). Ahora bien, todos los cruceros requieren obligatoriamente viajar con el pasaporte en vigor.
Y llevas ventaja respecto a otras nacionalidades: la moneda en circulación es el euro).
Además de llegar a esta isla contratando un crucero, puedes llegar hasta ella por aire (tiene aeropuerto propio cuyo nombre es Aeropuerto Nacional de Santorini (Thira), código JTR o en ferry, con salidas desde El Pireo (Puerto de Atenas), Miconos u otras islas.
Ya en el puerto viejo de Gialos, que es donde tomamos tierra, subiríamos hasta Fira (o Thira).
Hay tres alternativas para llegar a Fira: en teleférico (Cable Car) a los lomos de un burro (previo alquiler del animalico por unos pocos euros) o por las escaleras de piedra que hay en la ladera de la montaña.
(Estas alternativas son tanto para el ascenso como para el descenso).
Aquella mañana veraniega en la que nosotros llegamos a Santorini, el abrasador calor del sol fue nuestro fiel compañero durante la mayoría de las horas que estuvimos en la isla (de cinco a siete horas).
Pero aun con todo, y por vivir en carnes la experiencia de ascender por la sinuosa escalera, yo propuse subir andando los 588 escalones que tiene. Ahí es nada.
Y así, entre moñigas de burros, y burros, propiamente dichos -que por cierto, es una de las típicas postales de la isla- llegamos medio asfixiados a Fira.
“Un paseíto por la encantadora Fira”.
Mi propuesta para la isla de Santorini va a consistir en dar un “agradable paseo virtual” por Fira.
Dicho esto, vamos allá.
Arriba del acantilado -y antes siquiera de caminar por sus calles entre sus gentes y montones y montones de turistas, y observar sus típicas casitas cúbicas encaladas blancas de cúpulas color azul- las vistas al mar Egeo, compensaron con creces, el esfuerzo realizado. Pero si algo captó toda nuestra atención fue la impresionante imagen de La Caldera de Santorini. Tan impresionante resulta su panorámica que solo por verla merece la pena ir hasta la isla.
Después de deleitarnos con su majestuosidad y sacarle fotos nos metimos a ver una galería de arte llamada Santorini Art Center. Ah, capricho o casualidad, encontramos un bar con el nombre de Franco´s Bar.
Calor, calor
Con los calores del demonio, y antes de adentrarnos por las callejuelas de Fira, seguimos caminando por el peculiar paseo marítimo hasta llegar a una construcción, a la derecha, que cobija un coqueto hotel llamado Atlantis. También en el mismo paseo marítimo está una de las dos catedrales que tiene Fira: La Catedral Ortodoxa Metropolitana, que como bien indica su nombre es ortodoxa.
Llegados a este punto, hago un inciso. En Santorini no sabría decir si hay más personas que edificaciones religiosas. La verdad, no me digáis que no sorprende que una ciudad tan chiquitita tenga no una, sino dos catedrales. Catedral de San Juan Bautista es el nombre de la otra catedral, que es católica.
Las dos catedrales quedaron dañadas tras uno de los terremotos que azotaron Santorini, y en el año 1956 se reconstruyeron.
Continuando con el paseo, y muertos de sed, nos metimos en un bar muy cuqui a tomar un refresco. Y al salir, ya sí que sí nos perdimos por Fira.
El calor contrastaba con la frescura de las calles. Y mientras subíamos escaleritas entre callecillas estrechas, en ambos lados podíamos ver barecitos y tiendas de regalos similares a las de Miconos. También nos dimos de bruces con un restaurante chino, situado en la segunda planta de un edificio. Y así, caminando, llegamos a la otra catedral cristiana (la dedicada a San Juan Bautista).
Luego de verla por dentro pudimos ver unas preciosas vistas de la capital de Santorini.
Con calma, fuimos bajando hasta llegar al teleférico al tiempo que volvíamos a deleitarnos con toda la panorámica que incluía la citada Caldera, varios barcos y cruceros, la ciudad de Fira y la escalera con sus burritos.
Por ese caminito de bajada, descubriríamos a la izquierda, otra galería (Galery Art Of The Loom) sin embargo a esta no entramos y pasamos de largo.
Finalmente llegamos al teleférico.
El descenso hasta el puerto de Gialos.
Subir los casi seiscientos escalones fue una experiencia… ¿Idílica e Inolvidable? Bueno, bueno, imagino que ya os habréis hecho una ligera idea: de idílico no hubo nada. Eso sí, inolvidable sí que fue. Porque todavía es el día de hoy que recuerdo perfectamente la ardua tarea que supuso. Ahora bien, aunque jamás me he arrepentido de la decisión que tomé, no tengo nada claro si volvería a repetirla (me refiero al hecho de subir los tropecientos escalones de Santorini).
Como la idea de bajar montados en un burrito no nos resultaba atractiva, y para nada nos apetecía hacer el recorrido inverso por la sinuosa escalera, tomamos el teleférico.
(Este viaje lo realicé hace varios años y no recuerdo con exactitud el precio de los billetes del teleférico, pero no fueron caros, en torno a los cuatro o cinco euros. Tanto para el alquiler de un burro como para saber el coste del teleférico, en el supuesto de que estéis muy interesados, aconsejo busquéis esta información en internet, en fechas aproximadas a la realización del viaje a Santorini).
El descenso en el interior de la cabina del teleférico fue rápido y divertido. Abajo, y a la espera de coger una lancha para ir hasta nuestro barco, puesto que en la isla de Santorini -ante la imposibilidad de alcanzar el puerto- todos los cruceros han de fondear, nos dedicamos un ratito a ver souveniers.
Excursión a Oria.
Aunque nosotros solo estuvimos en la capital, otra de las posibilidades en la isla es visitar Oria.
Oria es un bello pueblo ubicado en el extremo noroeste de Santorini, e igual que le sucede a Fira, se encuentra en un acantilado.
Para los que dispongáis de tiempo podríais animaros y acercaros hasta Oria. La distancia entre Fira y Oria es de 9 kilómetros y medio, y el trayecto puede hacerse en autobús, moto o quad, taxi; por mar… En el caso de gustaros caminar podréis hacer el recorrido entre los pueblitos a pie por un sendero que hay para tal fin (duración aproximada, unas tres horas).
Por lo visto, desde el castillo en ruinas que se haya en sus inmediaciones, se contemplan unas envidiables puestas de sol.
Y hablando de puestas de sol, aunque nosotros no pisamos Oria, sí pudimos ver su belleza, tras el atardecer, mientras navegábamos por el mar Egeo, rumbo a nuestro próximo destino.
Qué comer y beber.
En este caso, y por evitar repetirme -puesto que ambas islas (Miconos y Santorini) tienen la misma gastronomía- permiteme que te remita a la primera parte del artículo viajero Primera parte.
Fotografía del ocaso.
La puesta de sol de Santorini está considerada la más bonita del mundo. Pues bien, no sé si realmente sus ocasos son los más bonitos de la Tierra. Pero lo que sí puedo aseguraros es que el que vimos (desde el barco) fue uno de los más hermosos que yo he podido contemplar hasta la fecha.
Y os garantizo que he visto unos cuantos.
Por Carolina Olivares Rodríguez.
La entrada Miconos (Mykonos) y Santorini: Dos perlas del mar Egeo (II) se publicó primero en Viajes 24 horas.
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